Publicada en Publimetro Colombia

– Abril 29 de 2015 –

El 28 de enero de 2015 pasará a la historia como el día y el año en que Francia reconoció que los animales son “seres vivos dotados de sensibilidad”. Gracias a una iniciativa ciudadana mayoritaria convertida en enmienda por el partido socialista, el Parlamento francés finalmente aprobó, tras diez años de debates y cabildeo, el proyecto de ley que buscaba cambiar el estatuto jurídico de los animales en el Código Civil de 1804.

El resultado es que hoy nuestros compañeros salen del régimen de las cosas en calidad de “bienes muebles” e ingresan a un régimen intermedio en calidad de “seres sintientes”, cuya consecuencia práctica más relevante radica en la protección que, de ahora en adelante, deberá garantizarles el estado francés por vía jurídica. De esta manera, el país del romance se pone a la par de las legislaciones de Alemania, Suiza y Austria, que son quizás las más avanzadas en cuanto al reconocimiento moral de los animales de refiere. 770 mil firmas bastaron para echar a andar, en el Parlamento, una revolución en el derecho occidental.

Parece mentira, pero son pocos los países que han dado este agigantado, y sin embargo, evidente paso ético de reconocer que un gato o un perro no son lo mismo que una mesa, y que sus maullidos y ladridos de alegría y tristeza son emanaciones de capacidades biológicas semejantes a las nuestras y contienen matices y significados tan complejos y profundos como nuestra risa y llanto.

Mantenerlos bajo el régimen de las cosas, como si de objetos inanimados se tratara, no habría sido más que la expresión de la ceguera ética y los intereses económicos que siguen mandando el curso de las civilizaciones, como ha ocurrido en Colombia. Ciertamente, nuestro país es de los que aún conserva prácticamente intacto su Código Civil de 1873, donde los animales conservan el vergonzoso rango de “cosas muebles”.

Un aspecto adicional interesante de esta innovación en la dogmática jurídica francesa que hoy se sacude, parcialmente, con esta enmienda, la inercia histórica del paradigma de la soberanía humana, es que corrige una visión arcaica de los animales ¡que hacía años había sido rectificada por los Códigos Penal y Rural franceses! Porque si algo (sorprendente) hay que señalar, es que incluso la Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas de Francia estuvo de acuerdo con “esta evolución” que pone fin a una visión medieval que perduró por más de 200 años.

Quise hacer mención a este logro histórico que nos llega de Francia con amor, porque creo que este es uno de los derroteros que debería seguir el Derecho colombiano en su esfuerzo por modernizarse, humanizarse y adecuarse a los nuevos consensos sociales que han empezado a regir nuestras relaciones con los animales. Que los animales dejen de ser considerados cosas y sean elevados al rango de seres vivos sintientes y autónomamente dignos por tener intereses propios a conservar su vida y un máximo de bienestar, debería ser el primer paso de una legislación progresista y progresiva. El siguiente combate será el de sacar a los animales del régimen de propiedad.